El servicio de emergencias atiende 500 chicos por día. Lo atribuyen a las bajas temperaturas, que generan más enfermedades respiratorias. Pero también a la falta de respuestas del sector primario.
Andrea Serantes no tiene problemas en esperar. Está sentada junto a su hija en uno de los bancos de la guardia del Materno. Pese a que vive a la vuelta del CEMA, la única opción que se le vino a la cabeza cuando Kiara levantó temperatura e hizo notar su dolor de garganta fue el hospital. “En mi barrio está la salita, el tema es que sin turno no podés ir”, comenta.
El suyo no es un caso aislado. De hecho, es uno de los motivos que explican el fuerte incremento en la cantidad de asistencias a la guardia del Materno, que recibe a unos 500 chicos por día cuando el promedio del año es de 270.
Otro motivo es el frío, que este año llegó mucho más temprano que el 2015 (para la misma época había temperaturas por encima de los 20 grados), lo que aceleró los cuadros respiratorios.
“En el hospital siempre hay dos picos de consulta anuales. El de verano, porque hay mucha más afluencia de personas a la ciudad con distintos tipos de enfermedades. Y el de invierno, por las enfermedades estacionales que tienen que ver, más que nada, con los cuadros respiratorios”, explica Alberto Miguel, jefe del servicio de emergencias del Materno.
Este mes, las visitas no pararon de incrementarse con el correr de los días: empezó con 320 y llegó a 580. “Tenemos un promedio de 270, 290 pacientes por día en el año. Hoy estamos entre 490 y 540. Esto implica que la consulta promedio nuestra se incrementó hasta casi en un 50%”, asegura Miguel.
El profesional da primero la explicación técnica: “Básicamente, los chicos empiezan con cuadros febriles, tos, catarro, otitis, alguna neumonía, bronquiolitis, y en la medida en que va avanzando el invierno y las temperaturas bajan, se van incrementando los cuadros más delicados y la afectación de los pacientes de riesgo, como los asmáticos y los de corazón. Además, hay pacientes que tienen enfermedades de base, lo que hace que una enfermedad respiratoria a veces se complique”.
La guardia no rechaza a ningún paciente. El pico de consultas se produce después del mediodía y hasta las 22. A la mañana llegan derivaciones y pacientes para internar. “A la gente que viene acá se le da una respuesta. Nadie se va sin atender. No podemos rechazar demanda en un servicio de emergencia. La gente viene y se atiende. Eso implica que hay más demora”, admite Miguel.
Pero en la sala de espera nadie se queja por esa demora que puede haber. Parece reinar cierta tranquilidad: la de saber que en el hospital solucionarán cada problema o al menos evacuarán toda duda. “Traigo a Melany acá porque le pueden hacer las placas. Prefiero venir acá porque ella ya tuvo neumonía y está agitada”, cuenta Fabiana Orellano. “Cuando la traje de urgencia ya venía mal, entonces ahora ya me prevengo: veo si sus pulmones están bien y me quedo más tranquila”, agrega.
Internación en baja
La gran cantidad de consultas no se condice con el bajo porcentaje de internación que se deriva de esas atenciones. El promedio siempre ronda en el 5%, pero este mes es menor. “Eso habla muy claro de que hoy predomina la consulta de cuadros respiratorios de chicos que en su mayoría se atienden y se van”, sostiene Miguel.
“Convengamos que este hospital no es de atención primaria. Acá no se hacen controles. Pero se atiende toda la patología banal de consultorio que por ahí tendría que ser referida a un centro de atención primaria”, desliza. Y afirma que tal vez todo sería distinto si cada barrio tuviera su unidad sanitaria para atender la demanda espontánea. “Quizá habría que reforzar eso”, sugiere.
La atención en los centros de salud municipales es uno de los temas del momento en la agenda política. Mientras la Secretaría de Salud sostiene que la atención primaria es prioridad, la oposición le achaca el cierre de salitas que atendían las 24 horas.
Vale la pena hacer un repaso. En la etapa final del gobierno anterior llegó a haber siete centros de salud abiertos todo el día. Una de las primeras decisiones que tomaron las nuevas autoridades sanitarias fue el cierre de las del barrio El Martillo y Belgrano. Con todo, la semana pasada el gobierno local anunció la reapertura del Belgrano como centro de salud de 24 horas, solo de lunes a viernes. “Estaremos brindando servicios de clínica médica, pediatría, enfermería, atención de guardia y salud mental, que está compuesta por psicólogos, psiquiatras y servicio social”, explicó la directora de Salud, Patricia Fontina, al formular el anuncio.
Pero que las salas abran a veces no es lo principal, sino el personal y los insumos con los que cuentan. “Prefiero traerla acá, al Materno, a ver qué me dicen, porque por ahí en la salita no tienen los medicamentos que me dan acá”, dice Paula González, madre de Isabela Gazmín, luego de reconocer que tal vez la salita del barrio Jorge Newbery le quede “un poco más cerca” que el hospital.
Gisel Morales tampoco dudó en traer a su hija Mía. “La derivaron de la sala del Centenario porque no tenían los recursos que tienen en el hospital”, menciona.
En una carta enviada al intendente, el sindicato municipal advirtió sobre la falta de reactivos en las salitas y denunció que los trabajadores se ven expuestos “de forma permanente” a agresiones de los pacientes, que en algunos casos llegan “a agresiones físicas”.
La seguridad también forma parte del reclamo. La falta de personal de vigilancia hizo que la sala del Belgrano suspendiera provisoriamente su atención la semana pasada. “Tuvimos algunos inconvenientes con la seguridad, pero los fuimos solucionando”, dijo Fontina.